jueves, 31 de julio de 2014

Buenas noticias



Encendió la radio en el momento justo en el que se anunciaba el final de los bombardeos en Gaza. Se sintió feliz y la volvió a apagar inmediatamente.    
     Temía, que en la próxima noticia, volvieran a aparecer los demonios.   

   

Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "Se sintió feliz").



jueves, 24 de julio de 2014

Nada que hacer



Siendo aun muy crío practiqué calculo diferencial en los mismos pupitres en los que Eva dibujaba corazones con nombres que nunca coincidían con el mío.
     Ya en el instituto, me volqué en el estudio de la alteración del estado de los cuerpos mientras ella experimentaba en el suyo las caricias de unas manos que jamás me pertenecieron.      
     Incluso ahora, recién doctorado en física, sigo estancado y, por más que lo intento, soy incapaz de dar con la fórmula mágica que me permita siquiera rozar su corazón.    

   

Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "Fórmula mágica").

jueves, 17 de julio de 2014

Pobre ciencia




Desgreñado, con la bata puesta al descuido y la segunda ley de la termodinámica bulléndole en la cabeza, el científico loco se abre camino entre generadores y bobinas de Tesla en busca de su fiambrera de lata.     
     Mientras se prepara el bocadillo, al otro lado del pasillo, la radio de otro excéntrico investigador vocea las noticias del día. Y es, justo, cuando se anuncia el último fichaje y las mareantes cantidades que cobrará el joven futbolista cuando piensa que, seguramente, equivocó su vocación.

   

Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "El científico loco").

jueves, 10 de julio de 2014

Divina luz



Creó, sin dificultades, cadenas montañosas y ríos caudalosos; desiertos secos y azules mares. No encontró problemas para poblar la tierra de animales y plantas. De un soplido, dotó de vida a las aves que surcan los cielos; y un gesto suyo fue suficiente para llenar de peces los océanos.     
     Sin embargo, cuando le pedimos iluminar el mundo, surgió el dilema. Y, tras comparar las distintas opciones, tan abusivas le parecieron las tarifas que, en un último alarde de generosidad, nos obsequió con el fuego.

   

Microrrelato con el que participo en el concurso de esta semana de Radio Castellón de la Cadena Ser (500 caracteres máximo y la inclusión obligatoria de la frase: "Iluminar el mundo").

    

jueves, 3 de julio de 2014

Semilla negra


Raquel y Andrés se habían decidido por el beige para la habitación; un tono neutro que servía tanto si el bebé nacía niño como si era niña. Nadando a la contra, la pareja se había empecinado en no querer saber el sexo del venidero hasta llegado el día del nacimiento. La duda añadía emoción al embarazo, decían, y el bebito se veía como una maravillosa caja de sorpresas que no debía ser abierta antes de hora.
     Tras unos días de anunciadores síntomas, el jueves, pasada la medianoche, Raquel despertó a su marido segura de que esta vez la cosa iba en serio. Llegaron al hospital con la excitación lógica del momento y tras un par de largas horas en las que las contracciones fueron aumentando en intensidad y frecuencia llegó el momento de entrar en la sala de partos.    
     Apenas pasaban unos minutos de las cuatro de la mañana cuando vino al mundo una criatura de un color café con leche cortito de café, para ser exactosque para nada encajaba con las blancas pieles de la madre y del que todo el mundo suponía que era el padre. La noche, fresca y estrellada, se despertó alarmada por los gritos del burlado al que, con violencia, tuvieron que sacar de la sala ante la posiblididad de que montara un estropicio de los que acaban saliendo publicados. 
     En el pueblo, lo que empezó como un rumor grotesco a eso del mediodía, fue tomando un cariz preocupante de noticia fidedigna a medida que avanzaba la tarde. El runrún corría de boca en boca y, santiguándose unos y llevándose las manos a la cabeza otros, intentaban rebajar el fuego provocado por el notición. 
     Maite, a la que le quedaban cuatro semanas para salir de cuentas, notó cómo un temblor se apoderaba de todo su cuerpo al enterarse de lo ocurrido. Ella, que era íntima de Raquel, se había casado un mes después que su amiga y, al igual que ella, también había gozado de aquel cuerpo sabrosón el día de su despedida de soltera.